domingo, 15 de mayo de 2011

8 EL HONOR DEL DINERO

Soñar no cuesta. Los sueños, emulando al tempenchil, germinan en terreno silvestre. Se riegan a cubetadas de indiferencia (indiferencia controlada, por supuesto). Fructifican en la austeridad. Si los mimas, languidecen y sin crecer ni reproducirse mueren.

José Rodríguez Moreno, nacido en el barrio de San Roque, soñó en conquistar un campeonato mundial de boxeo. A principios de los sesenta, el profesor Antonio Rosas le aseguró que tenía facultades para dar, prestar y empeñar. Bajo su férula emprendió una gira por lugares exóticos y remotos: Chiapa de Corzo, San Cristóbal de Las Casas, San Cristóbal, Chiapa, San...

Adoptó Pepe Moreno como nombre de batalla. Había sostenido un puñito de peleas a cuatro vueltas cuando, una noche trágica (en realidad empezaba a pardear), temerosa de que el dinero en demasía corrompiera el alma pura de su chunco, la señora Moreno le prohibió tajantemente proseguir en ese traicionero y virulento camino del éxito precoz. “Tenía 10 años. No obstante, continué asistiendo al gimnasio hasta que don Toño me propuso ser su auxiliar. Años después, asesorado por el profesor y con la ayuda de Raquel Coutiño, ascendí a la categoría de manejador”.

“Con Romeo traté muy poco, nunca en calidad de manager. Generalmente nos encontrábamos en el gimnasio. De repente lo asistía. Cuando lo llevaban a pelear al Parral, al 20 de Noviembre, Villaflores, La Garza, viajaba yo con uno o dos de mis muchachos. En Villaflores lo noqueó Mochila Morgan, de Huixtla, El Chato Castillo le ganó en Cintalapa, en La Garza le ganó al Leoncito no sé qué; el difunto Canguro Quiroz, chamaco tuxtleco, trabajador de la Coca, de estilo muy aguerrido, lo noqueó en cinco. Romeo tenía la quijada de barro, nomás lo tocaban allí y ¡pongosh!, al suelo. Su récord en Chiapas no fue nada impresionante. Nos hicimos amigos. Andaba muy descarrilado, yo mismo le acompañé a dos o tres parrandas. Desgraciadamente le gustaba y le sigue gustando ¿no? Después empezó a cuidarse tantito y le consiguieron la pelea de campeonato nacional con Meneses. Haga de cuenta el Lobo Morales antes de radicar en Tuxtla: don Miguel Mike Adame, lo peleaba cada ocho días en Tonalá, Arriaga, Pijijiapan y cada ocho días lo tendían. Era muy bolo, no se cuidaba. Cuando me pidió que lo entrenara, acepté si dejaba de beber. Entonces comenzó a superarse. El mismo caso de Romeo: andaba descarrilado, después se cuidó tantito y le consiguieron la pelea por el campeonato nacional”.

Por el establo de Pepe Moreno, “aseador de calzado desde hace cuarenta años”, desfiló una cadena de toretes bravos que lograron asomar la cabeza por encima de la medianía: Rodolfo Chamaco López, campeón mosca del estado; Jorge Flores, pluma; Panterita Hernández, campeón mosca y gallo; Víctor Manuel Zurdo Espinosa, pluma; Roque Sánchez, gallo. Todos muertos.

“A Ney Gordillo también lo crecí hasta las de ocho rounds, de ahí se fue con Vicente Borrego Estrada. Él lo coronó campeón gallo de Chiapas. Era un púgil muy dotado, un búfalo valiente, una esponja p’al trago. Ney se fue al defe a entrenar con su hermano Neftalí. Bajo su tutela apaleó y noqueó a Alfredo Pitalúa, un colombiano negro que le estaba dando en la torre a todos lo mexicanos. De ahí le gustó más el vino, se juntó con Rubén Olivares y Romeo Anaya y se desplomó bastante feo. Retornó a vivir a Tuxtla, puso una carnicería por San Pascualito, le siguió al chupe, al chupe, al chupe hasta que el chupe se lo chupó. Murió de cirrosis. Son chaquetas mentales, pero me da por pensar cómo serían las historias de Ney, de Romeo, si hubieran querido su cuerpo, su oficio más que el trago.

Sostiene –“y puedo probarlo, no hablo por hablar”- que no todos los promotores y manejadores son ratas ni bribones: “Desde hace cuarenta años llevo amistad con el señor Coutiño y jamás de los jamases ha robado un centavo a nadie”.
-En eso coinciden sus detractores: no roba un centavo a nadie, de cien pesos para arriba. –le unto vinagre a la cortada.
-Robar es cuando le quitas la cartera de la bolsa a alguien, el reloj, la cadena, una hermana. No hay que confundir el negrito del arroz con los frijoles. Que haya habido dos o tres promotores ladrones no significa que todos cholenquiemos de la misma pata. En mi particular opinión, Raquel Coutiño ha sido el mejor promotor boxístico que ha habido en Chiapas y dudo que haya otro que quiera y pueda empatar lo que hizo este señor. Gracias a él y a sus relaciones nacionales e internacionales la afición ha conocido lo mejor del mundo. Ha dado oportunidad a los muchachos chiapanecos, gracias a él fuimos a Venezuela y a Colombia Abel Córdoba, el Jimy Fernández, Lobo Morales. Jimy también fue a Corea del Sur. Ojalá que ahora dieran las mismas oportunidades a los pugilistas locales porque existen buenos prospectos”.

Nostalgia, armadura contra los dardos envenenados. Añoranza, aval de la propia honestidad. Memoria retroactiva, patrona de los buenos tiempos extraviados y hallados en la entrevista: “Forjé muchos campeones estatales pero nunca tuve dinero... ¿Cuánto cree usted que ganaba un campeón del estado?.. benditos mil pesos. Le quita usted el treinta por ciento ¿cuánto queda? trescientos. Pa’cabarla no había una pelea a la semana, al mes, se peleaba de vez en cuando ¿no? Como Bartola, con lo poco que quedaba había que comprar costales, peras, guanteletas. Lo hacía uno por puro amor al arte. Por la defensa que hizo el Lobo Morales en Chihuahua, cobramos cien mil pesos. Me tocaron treinta. Apenas ajustaban para los gastos de entrenamiento.

Por todo eso me parece estupenda la construcción del gimnasio Romeo Lacandón Anaya en San José Terán. Afortunadamente por primera ocasión en la historia del boxeo chiapaneco se ha visto una construcción así. Yo tengo cuarenta y cinco años y hasta ahorita no había habido nada... En una ocasión el doctor Ricardo Solís Trujillo, en paz descanse, regaló un terreno donde está orita la cárcel municipal, en el libramiento sur oriente, para gimnasio de box y lucha libre y sí, allí íbamos a entrenar y todo eso, pero entonces llegó el señor Julio César García Cáceres como presidente municipal y él nos lo quitó. Prometió que después lo iba a reponer en otro lugar más mejor y todo eso, la cosa es que hasta orita, puro chile de árbol pa’l muerto...

Muchas veces nos hemos acercado a las autoridades municipales y nos han dicho que sí van a colaborar, que sí nos van a ayudar, inclusive cuando fue alcalde Francisco Rojas, ofreció públicamente en una función de box en la Arena Roma, cuando vino Raúl Ratón Macías como invitado, que iba a construir un gimnasio. Le faltaba como un año para que saliera, pero hasta hoy fecha ni un par cuerdas, de guantes o de guanteletas. El boxeo es el patito feo de los deportes aunque ningún otro nos ha dado a conocer a los chiapanecos en México y en el mundo como el box. Los políticos de todos los colores siempre dicen que sí pero nunca dicen cuándo.

También me parece merecido el homenaje que el gobierno del estado le ha hecho a Romeo al ponerle su nombre al gimnasio porque es el mejor boxeador chiapaneco, porque tuvo la fortuna de llegar a ser campeón mundial primero. Víctor Rabanales también fue campeón mundial gallo, pero él no se inició acá, se inició en Tapachula y de allí se fue para México. Lo que hizo Víctor fue defender su corona por primera vez en Tuxtla contra el argentino Ocampo. Patrocinio hizo promoción con Raquel Coutiño. En cuanto a Bruno Rabanales, hermano de Víctor, nunca se vino a parar más que últimamente que vino a pelear contra un auténtico costal.

Bueno, a nivel estatal, nacional y mundial acabó bastante el box en un sesenta por ciento. Más que nada en Chiapas por la crisis. Antes había box en Arriaga, Tonalá, Pijijiapan, Huixtla, Tapachula, Comitán, San Cristóbal, Tuxtla, Cintalapa, Ocosingo, Comalapa, Villaflores, La Garza. Ha acabado porque la gente ya no responde. La verdad, los jóvenes chiapanecos de ahora prefieren irse de braseros, la verdad... Usted va al mediodía por una calle de Arriaga, y se espanta porque no ve a nadie andando, ya no hay nada de gente. Y así hay varios lugares de Chiapas que se están quedando vacíos pues todos se van a Los Estados Unidos. Sí, el box ha bajado bastante desde que empezó a entrar lo de la televisión. Quitaron las peleas que trasmitían los sábados y ahora puro pago por evento. La gente jodida no tiene para pagar el precio, entonces allí bajó... Mérida era una ciudad donde cada ocho días había funciones buenas, cada quince días, o cada mes; hubo campeones mundiales, cuatro o cinco campeones tuvieron los yucatecos pero también allí acabó, orita no promueven box.

Aquí están organizando funciones los dueños de la Arena Roma, los señores Palafox, pero puras peleítas de cuatro rounds. Los managers de Tuxtla tampoco le entran porque les pagan una miseria. Los empresarios están trayendo gente de lo ranchitos: La Garza, San Pedro Buenavista, San Fernando. Vienen pésimamente preparados, imagínese qué clase de funciones puede haber a base de puros tumbamangos”.

“...Y se espanta uno porque en los pueblos ya no ve a nadie andando por las calles...los jóvenes chiapanecos prefieren irse de braceros”. Frases, como ésta sólo pueden ser dichas con tirador. Quema el brasero del bracero. Al despedirnos, bajo la fronda espesa de los laureles, en el parque central, Pepe se negó a cobrarme la boleada. En la plaza de armas, inmenso comal de cemento, dos niños, bandera tricolor en ristre, se divierten levantando oleadas de palomas. Lindo su modo de la vida para insinuar su permanencia: Prohibido morir, repetirse eternamente es la consiga.

Don Manuel Villalobos, propietario de la casa de bajaré improvisada como gimnasio por Enrique Roque, el legendario Cagüila, decidió construir en el sitio un moderno edificio. Cagüila debió ahuecar el ala. La resaca aérea, insolvente, lo arrastró al Deportivo Roma, “mangoneado” por los hermanos José y Filiberto Blanco. Momificado por el olvido, su propia historia le llega intermitente, por episodios, caminado de rodillas, en desorden. No acierta a acomodar las piezas del rompecabezas. Le ayudo a enhebrar la anécdotas:
-Orita viene donde empecé a convivir con Raquel Coutiño... Mangoneaban el Deportivo Roma los hermanos José y Filiberto Blanco. José era promotor y el hermanito boxeaba. Luego empezó a organizar funciones el Turipache, hijo de don Manuel, que tenía una zapatería en el parque, junto a la Avenida Central. Todo muy bien, sólo que muchas veces después de la función decía que no se completaba la paga ni para mis boxeadores, tal o cual. “No salió, ya ven que no salió. El 29 de febrero les voy a acabar de pagar”, era su dicho de él. ¿Qué hacía yo? decirle a mi boxeador: el señor Coutiño no completó, pero de mi porcentaje toma, ahí está. Era poca cosa lo que se ganaba pero antes tenía un poco más de honor el dinero.

Luego hubo un acuerdo general y formamos la Unión de Manejadores para que cada manager tuviera sus propio establo. Le entramos, pero como no había para pagarle a los muchachos, naturalmente se fueron aburriendo y se retiraron. A unos les encantaba, a otros no muy les gustaba. ¿Por qué? “Porque nomás me están golpeando y luego no quiere pagar el Turipache ese”. Y no vaya usted a creer que era grandeza lo que se les pagaba, a los de cuatro rounds de quince a veinte pesos, los de seis ganaban cinco pesos más. Cuando llegaban a una estrellita, pues ya cobraban sus cincuenta, sesenta, ochenta porque ya era otro precio ¿no? Cuando iniciaban como amateurs ganaban cinco, diez pesos”.

Elid Jimy Fernández, originario de Villaflores, tres veces campeón nacional, dos en peso mosca y la tercera en supermosca, opina que en Chiapas no ha habido managers calificados: “Si algunos boxeadores logramos sobresalir fue por méritos propios. Por fortuna, algún tiempo nos mandaron al señor Antonio Martínez, que sí sabía de boxeo. Él fue el que nos enseñó a Abel Córdoba, al Lobo Morales y a mí. Esto ocurrió de mediados de los setenta a mediados de los años ochenta, época en la que fuimos los tres campeones nacionales. A nivel estatal quizás sí, pero a nivel nacional no tienen nada que hacer los manejadores de acá. Ellos enseñan lo más fundamental que es tirar golpes y ya, pero los puntos finos del boxeo, o sea las técnicas, no pueden porque ni siquiera las conocen. Pienso que Pepe Moreno no debe pararse el cuello porque él no es un manager capacitado, ni boxeador fue... Entonces digo, pus cómo puede uno llamarle manager a alguien así. Yo me fui a México, estuve un año con uno de los mejores manejadores que es el Cuyo Hernández, y gracias a Dios aprendí mucho. Estuve en el gimnasio Atlas de la colonia Guerrero. Para ser un buen manager necesita uno saber enseñar a los chavos desde a caminar sobre la lona hasta tirar un buen golpe”.

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