domingo, 15 de mayo de 2011

10 FUERA SECONDS

“No puedo, no quiero dejar de mencionar a un personaje pintoresco del medio boxístico –enfatiza Neftalí-: Kid Yeyo, el que sacaba de apuros al promotor, el que no le temía a nada ni a nadie. Lo programaran o no, él llegaba con sus implementos deportivos en un maletín todos los lunes y viernes. Si alguien, por cualquier causa, fallaba, entraba al quite. Su peso natural era gallo, sin embargo llegó a enfrentar a ligeros, no le importaba. Preguntaba nomás:
- ¿De a cómo va a ser?
- De a tanto. -lo que fuera.
- Listo.
- Sale.

Los reglamentos no eran tan estirados, había más elasticidad. A veces les decían a los de la Comisión de Box: Kid Yeyo peleó hace quince días. ¡Ah!, está en condición, decían. El “examen médico” consistía en checar la presión, los reflejos, la vista y párale de contar. Para felicidad de los concurrentes, Kid Yeyo hacía maromas, circo en el ring, olvídate. Aparte de eso, cuando se sentía agotado, esperaba que le tiraran un golpe, se dejaba caer y permanecía como muerto en la lona. Al llegar la cuenta a nueve se ponía de pie y a veces noqueaba a sus rivales. Era un idolazo. Nunca llegó a peleador estrella, jamás pasó de ocho rounds, pero salvaba la función, era un espectáculo”.

El espectáculo, desprovisto de marquesinas, se volvió polvo en alguna calle solitaria. El aguardiente lo había golpeado inmisericorde. Agotado de vestir intemperies, cansado de botear el afecto de sus semejantes desiguales a punta de cabronazos y payasadas, cansado de contar delirios tremendos para conciliar el sueño, un compasivo día, Kid Yeyo dejó correr la cuenta completa.

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